Las redes de control son fundamentales en la evaluación del estado de las masas de agua tanto superficiales como subterráneas y, por esta razón, las Confederaciones Hidrográficas trabajan en el seguimiento de las redes de control para la evaluación de la cantidad y de la calidad en las diferentes masas de agua.
Según los últimos datos recogidos por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la Red de Seguimiento del estado cuantitativo de las aguas subterráneas cuenta en la cuenca del Guadiana con 408 piezómetros, lo que equivale a cerca de 2 por cada 100 kilómetros cuadrados. Esto es casi 2 veces y media más que el total de cuencas intercomunitarias (hay que recordar que nuestra región participa en 7 cuencas compartidas con otras Comunidades Autónomas) y 3 veces más que las cuencas del Júcar o del Ebro. Con una superficie similar, la cuenca del Tajo tiene la mitad de estos instrumentos de medida.
Todas las cuencas representadas en nuestra región cuentan con Sistemas Automáticos de Información Hidrológica (SAIH) que permite conocer información relativa a los niveles y caudales circulantes por los principales ríos y afluentes, el nivel y volumen embalsado en las presas, el caudal desaguado por los aliviaderos, válvulas y compuertas de las mismas, la precipitación en numerosos puntos y los caudales detraídos por los principales usos del agua en cuenca.
Es una herramienta pública en tiempo real que sirve para la gestión de los recursos hídricos y de avenidas y sequías, en la planificación de las campañas de riego y seguimiento de caudales ecológicos y para el control y vigilancia de la calidad de las aguas y los niveles piezométricos de las aguas subterráneas.
Según la caracterización económica de los usos del agua (Apéndice 1 del Anexo 4 del Plan Hidrológico del Guadiana), la producción agrícola de la demarcación superó en 2018 los 3.355 millones de euros, el 55% dependiente de cultivos en regadío, si bien únicamente ocupa el 17% de la superficie. Sin embargo, en el Alto Guadiana la aportación del regadío supone el 59% de la renta limitándose al 15% de la superficie. En el Alto Guadiana, una hectárea de cultivo en regadío genera 3.890 euros, mientras que una de secano cae hasta los 472 euros. Se trata únicamente de un ejemplo de un sector que necesita agua para mantenerse y desarrollarse, pero igual que otros como la ganadería, el turismo o la industria.
La cuenca alta del Guadiana es un territorio extremadamente seco. Muy probablemente no puede encontrarse en toda la Península Ibérica otra cuenca de extensión análoga (unos 16.000 km2) que genere un promedio de unos 600 hm3/año de recursos hídricos. Es decir, 37,5 mm/año de escorrentía total específica.
Cualquier solución razonable que se plantee a la planificación hidrológica en la cuenca alta del Guadiana pasa, desde luego, por medir y controlar rigurosamente las extracciones de agua subterránea, pero también por:
I. Determinar la extensión de las actuales zonas húmedas conectadas a los acuíferos y/o a la red hidrográfica.
II. Calcular los volúmenes necesarios para mantenerlas en buen estado.
III. Precisar la forma de hacerles llegar ese agua, porque en algunos casos la mera ausencia de sobreexplotación de los acuíferos no es suficiente para que llegue el agua a unos humedales que se formaron cuando no se bombeaba volumen alguno.
Sólo después de establecer esas determinaciones se puede cuantificar el recurso natural disponible y aplicar planes de ordenación de extracciones realistas y sostenibles.